La anécdota es conocida en el mundo del fútbol: horas antes de la final del Mundial de Francia 1998, el diario Le Figaro tituló con una frase que intentaba resumir lo que podía pasar en la final ante Brasil: "Un gol ganador de (Zinedine) Zidane en la final del Mundial tendría más impacto en los guetos que diez años de políticas municipales". Es que la xenofobia ha estado vigente en Europa, pero en aquella sociedad francesa de fines de los '90 estaba más viva que nunca. El presidente Jean Marie Le Pen descalificaba a su seleccionado por la cantidad de descendientes de inmigrantes que convocaron para ese torneo. Lo cierto es que ese gol de Zidane llegó -dos, en realidad-, Francia fue campeón del mundo con un equipo de "negros, blancos y árabes" ("Black-blanc-beur", por su recordada denominación en francés) y el domingo el equipo galo presentará un verdadero crisol de nacionalidades en su plantel para disputar la final del Mundial de Qatar 2022 ante la Selección Argentina.
"Como sucede con muchos países europeos, Francia es sinónimo de colonialismo. A lo largo y ancho del mundo, incluso a distancias insólitas, existen colonias francesas, actuales y ya independizadas. Eso derivó en generaciones enteras de futbolistas que presentan pasaporte francés, pero hijos de ciudadanos nacidos en aquellas colonias", describe TyC Sports en su sitio.
Cómo está compuesto el plantel de Francia
Los 26 futbolistas convocados por Didier Deschamps para Qatar 2022 no son la excepción a esa regla expuesta más arriba: tan solo cuatro jugadores son descendientes de padres nacidos en Francia. ¿Quiénes son esos cuatro jugadores? Benjamin Pavard, Adrien Rabiot, Jordan Beretout y Olivier Giroud. El resto, hijos de la inmigración, como sucede en tantos otros países del mundo.
Si se analiza el plantel de Francia en el actual Mundial, el principal nexo inmigratorio está vinculado con África. La mayoría de los jugadores de Les Bleus son hijos de africanos o directamente han nacido en territorio africano. Así, los casos de Eduardo Camavinga (nacido en Angola e hijo de padres refugiados de República del Congo), Steve Mandanda (nacido en República Democrática del Congo, como sus padres), Axel Disasi, Randal Kolo Muani y hasta el desafectado Christopher Nkunku (todos, hijos de padres de Rep. Democrática del Congo).
El listado de jugadores con padres africanos no termina ahí: también están los casos de Youssouf Fofana, Ibrahima Konaté (ambos con padres de Malí), Dayot Upamecano (Guinea-Bissau), Aurélien Tchouameni (Camerún), Ousmane Dembélé (padre de Malí y madre con ascendencia de Senegal y Mauritania) y hasta Kylian Mbappé (padre de Camerún y madre de Argelia). El delantero Karim Benzema, desafectado previo al Mundial por una lesión, es hijo de padre argelino y madre francesa con ascendencia argelina. El defensor Joules Koundé, por su parte, tiene a su padre nacido en Benín, mientras que la madre de William Saliba es de Camerún y su padre es francés con ascendencia libanesa. Hasta Mattéo Guendouzi podría haber jugado para otro país, siendo que su padre es marroquí y el seleccionado de aquel país lo tentó para unirse a sus filas.
Algunos casos un poco más curiosos podrían ser los del arquero Alphonse Areola, cuyos padres son de Filipinas; Kinglsey Coman y Marcus Thuram, hijos de padres de la Isla de Guadalupe (sur del Caribe); Raphaël Varane, cuyos padre nació en la Isla de Martinica; Antoine Griezmann, nieto de un portugués; Hugo Lloris, nieto de un español; y los hermanos Lucas y Theo Hernández, cuyo padre presenta raíces españolas.
"Black-blanc-beur", la selección francesa que puso fin al racismo a fuerza de triunfos
Para el Mundial de Francia 1998, la selección de ese país presentó un equipo atípico. Es que el mismo tenía a muchos jugadores con ascendencia inmigratoria. De los 22 jugadores que convocó Aimé Jaquet para ese Mundial, 15 eran descendientes de inmigrantes, provenientes de territorios de ultramar o con ascendencia en otro país. Allí, se destacaban los casos de Zidane, Marcel Desailly, Patrick Vieira, David Trezeguet, Youri Djorkaeff, Liliam Thuram, Thierry Henry y Robert Pires, entre otros.
Previo a esa cita mundialista, el entonces líder del xenófobo Frente Nacional había despotricado contra el equipo, en 1996: "Es artificial que hagamos venir a jugadores extranjeros para bautizarlos como equipo de Francia. La mayoría no la canta o visiblemente no se saben La Marsellesa". La respuesta de Jaquet no se hizo esperar: "No respondo a un payaso ni a cosas grotescas".